"... al castigo infinito debe corresponder la licencia para seguir pecando ya que, por generosa que fuere, jamás llegará a ser infinita."
("La cruz de San Andrés", Camilo José Cela)
Son tan difíciles de asumir las consecuencias de nuestros actos que necesitamos ampararnos en nuestros propios cánones de justicia para "sacarle la vuelta" al asunto.
Es más fácil entender el "ojo por ojo" que el ojo del camello. Y la paja que la viga. Y los árboles que el bosque.
Según se ve, necesitamos de "licencias" para poder quebrarlas. ¿No es decepcionante? Y quiero pensar que es así porque, si es para acatarlas, me sentiría, como confeso pecador, terriblemente decepcionado del gremio.
martes, 17 de febrero de 2009
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