jueves, 30 de julio de 2009

La primera


La primera luna llena fue un Viernes Santo de prisa, corriendo entre angustias por las veredas vacías de una ciudad dormida, tocando puertas cerradas, atisbando ventanas hasta llegar sin aliento casi a la orilla del mar y la noche.

Luego fue todo sereno y reposo. en una cómplice banca de parque donde los caminos se aquietan a cuadros, surcando sinuosos los paños de verde esperanza entre brotes tiernos y poderosas raíces que vigilan silentes las torres-colmena a la luz de luciérnagas quietas.

Entonces la partida. Pero nunca la ausencia.










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